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Programa:
Residencial
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Estado:
Construido, 2009
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Superficie:
5 600 m²
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Premios:
2012
Seleccionado para la VIII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo, Cádiz
Vitacura se ubica en una esquina de singulares características: una extensa proa frente al mar definido por el trazado fundacional del barrio jardín de Carrasco. Este triple encuentro entre ciudad, jardín y mar representa las cualidades del área patrimonial de Carrasco. La presencia de espacios públicos abiertos (rambla y plaza Prof. E. Monteverde) abre perspectivas lejanas desde y hacia el sitio y convierte en protagonista el horizonte del mar.
El edificio, con destino residencial, se resuelve con un gesto unitario y sencillo: un segmento de generatriz circular que aprovecha el máximo desarrollo posible de fachada. Esta geometría permite articular con intereses complementarios la presencia unitaria y estable del edificio en perspectivas lejanas así como la presencia parcial y dinámica propia de la percepción cercana.
La unicidad expresiva del edificio, apoyada en la continuidad exterior de sus entrepisos y terrazas frontales, permite conformar concavidades internas propias para equipar el uso de cada unidad.
Al extenso desarrollo longitudinal se le integran una serie de cuerpos verticales de ladrillo visto (parrilleros propios) que definen los centros de cada unidad y colaboran con el pautado rítmico de la fachada.
La estructuración de la planta con dos núcleos circulatorios permite ordenar cuatro unidades pasantes por nivel. La planta baja, a nivel de vía pública, está destinada a áreas de uso común: acceso, estacionamientos, jardín posterior con piscina y barbacoa. Esta está parcialmente cubierta con un talud enjardinado frontal que aproxima el nivel de suelo natural a las unidades residenciales. La terraza jardín superior, sobre el nivel de gálibo, se expresa como un espacio común exterior definido por una cubierta que abraza la totalidad del edificio, pliega y marca la resolución de las fachadas laterales.
Se han utilizado materiales naturales por sus cualidades particulares, alta durabilidad y bajo mantenimiento; se ha apelado a aquellos cuya expresión coincide con los atributos de su naturaleza.
Una arquitectura sencilla y elocuente, consistente y discreta, una pieza urbana significativa: en definitiva, un bien cultural durable y representativo de su tiempo.